Poemas


Manuel Bolaños, 2018. @thecartoonofaman


Uno dice


Uno dice neblinas, sabe sueños,
oye luces lejanas desde mañanas verdes,
sabe cielos quemados hacia viento y caballos,
pronuncia mariposas de vidrio y lo que entiende,
lo que cree que entiende del país de su sombra
y lo poco que sabe y lo mucho que siente;
confundiendo palabras con relámpagos negros
que germinan y escapan y no dicen y queman,
que le queman la boca, las pupilas a uno,
que es uno y los que han sido y los que vienen
y no saben que uno no los sabe ni un poco,
aunque nazcan de uno y de sus muertes.

Uno surge huracanes con los dedos
cuando hay lluvia en el mundo y uno llueve.
Uno sabe que saben las palabras
una vida distinta de paredes,
que ya eran sin uno,
que fueron porque uno las habitó de hélices
y que van a quedar cuando uno,
aunque uno no quiera,
no quede.

Uno tiene silencios de fuego.
Uno quiere decir y no puede.
Uno ocurre el Abismo.
Eso es todo.
Uno dice y no entiende.
Eso duele.

Pero eso no importa.

Uno dice.
Eso es suficiente.


(Uno dice, Índole Editores, 2013)


Sinfonía de las hojas amarillas


Alguien hay a lo lejos que te nombra,
que edifica con hojas tu sonido,
y te trae del tiempo en que sucedes
y despierta la luz en que dormías.
 
Alguien es a lo lejos de los días
que te dice y parece que cantara,
que te dice y parece que no fuera
y parece que no dijera nada.
 
El silencio se puebla de tu nombre.
Una ciudad nocturna enciende lámparas.
De tu nombre las cosas surgen todas
y surge el sueño todo y las palabras.
 
Alguien te hace palabra y dice todo.
Todo deja de ser si alguien te calla.
Todo encuentra su muerte en tu silencio.
En tu ausencia completa todo es nada.
 
A lo lejos del tiempo que te envuelve
una voz te susurra y te desata.
Lleno de hojas y música es el viento.
Vuela otoño hasta lejos. Alguien canta.


(Uno dice, Índole Editores, 2013)


Retrato


Así te vi
en el mundo del sábado
en un parque en el fondo de la tarde:
te reías
y el viento te tocaba
nunca el tiempo
y eras
            así te vi, así te vi
            en el mundo del sábado
dorada entre la luz.


(Los caballos dorados, Zeugma Editores, 2017)


El universo ha estado conmigo


Y el universo ha estado conmigo
en cada paso de mi camino
incluso
cuando yo no fui yo
incluso
cuando creí haber sido expulsado con una espada de fuego
del jardín de mi corazón.

Y el universo ha estado conmigo
sin importar la niebla que me rodeaba
ni la que colmaba mis ojos
sin importar
que yo rechacé su mano gritándole
"¡No quiero! ¡No quiero!"
y me lancé a correr bajo la lluvia
entre la noche noche sin mañana.

El universo ha estado conmigo
incluso
todo
sin importar
nada

ni los caminos que morían en el abismo
ni los pies tan heridos de arrastrarlos por la tierra solitaria
ni la grieta
del más ahogado grito
ni el temblor sin palabra posible
de la más exhausta lágrima.

Todo el tiempo el universo ha tenido
su hombro junto a mi hombro
su mano a mi mano sin cesar aferrada
su luz
nombrándome, rodeándome, estrechándome
volviendo
cada día
desde estos ojos
en el espejo.


18 de febrero de 2018


Meditación


Sal a la calle a caminar. 
Mira
mientras vas de camino a estudiar,
mientras vas de camino a tu trabajo
o a buscar un trabajo
o a buscar
el sentido de tu vida,
mira
el rostro de la gente con quien te cruzas.

Yo escribo desde San Salvador. ¿Te has dado cuenta,
te has puesto a pensar
en todos los lugares del mundo y de la historia
de los que vienen los rostros de la gente
con quien te cruzas en la calle?

Rostros de reinas y de guerreros y de sabios indígenas;
rostros de mercaderes que cruzaron
las vastas rutas de Asia en caravanas;
rostros de conquistadores y de emigrantes,
de las mujeres de toda Europa
que ellos trajeron a esta tierra en sus barcos;
rostros extranjeros de todo el planeta
que en este día del siglo XXI podrían saludarte
con su voz salvadoreña:
«¡Hey! ¿Qué ondas, vos? ¿Cómo has estado?».

Mira
esas caras,
esa sonrisa, leve o de oreja a oreja;
esos labios tensos o tristes;
esos sueños, tal vez desdibujados
por niebla o noche.

Mira el paso, la calma o la prisa;
el modo de mirar mientras caminan
o el modo de evitar
la mirada de todos.

Sal
y mira a la gente y piensa
en el camino que el polvo de estrellas que somos 
ha recorrido a través de las eras
para cruzarse contigo por la calle 
hoy.

Y mientras caminas,
mira a los ojos a cuantos puedas,
y de pronto podrás recuperar
la humildad,
el reconocimiento
de tu esencia:
que todos somos nadie
y cada uno.


8 de marzo de 2019


Final de una larga estación


Porque no vale la pena,
porque no vale la pena en absoluto,
guardarme estas palabras:
tenerlas alejadas del viento de la tarde,
que desea volar hojas y flores.

Porque no necesitan ser palabras complicadas.
A las que vienen ahora,
como a huéspedes alegres,
como un amor esperado largamente,
les doy casa.

Porque no hay nada
en ningún sitio del cosmos ni del alma
que no sea este instante.

Porque cuando la música es presente
el corazón es corazón y canta.

Porque
de pronto,
en el último día de enero,
andando por la calle entre la luz dulce y en fuga del Sol,
siento, es decir
que ahora estoy caminando por el último día de una larga estación:
toda
mi vida de antes.


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