Uno dice

Poesía 22 Tenemos que volver a las palabras. Pues si nosotros, que las conocemos, que hemos ido en su río de sonido hasta el mar donde nacen: el silencio, y en medio de su agua hemos sabido  que, al igual que ellas, de lo eterno nacemos y a lo eterno retornamos; si nosotros no volvemos a las palabras  y las damos, las ponemos en las manos de todo aquel a quien le pertenecen, que es todo aquel que escucha, todo aquel que hoy está aquí, ya firme, ya extraviado, no importa, pero humano; si no damos  la palabra que en viento recibimos, ¿qué somos?, y ¿para qué?, y ¿hasta cuándo? Tenemos que volver. Una y otra vez.  Habitar el momento, estar dispuestos y escribir. Incluso si en la arena si eso tiene el momento. Escuchar, escuchar, escuchar. Dar. Mario Zetino (Fotografía: Michael Olsen, en Unsplash)

  Le robo tiempo al tiempo y termino estos dos libros. «Morí por la belleza» es una antología de Emily Dickinson que tiene varias cualidades: la selección es novedosa, porque incluye poemas célebres de la autora (como su poema que empieza «La esperanza es esa cosa con alas») y también otros poco comunes, algunos de ellos muy personales, sobre hechos de la vida de Emily; y luego, la traducción, hecha por Carlos Pujol con versos clásicos (sobre todo endecasílabos y heptasílabos, los versos de la silva, la estrofa clásica más libre), es muy buena; esa factura en métrica deja ver ángulos distintos de los textos de esta gran poeta. Y luego, «Por siempre viernes», de René Figueroa (Índole Editores, 2021), es una verdadera revelación. Este es un poemario sobre enfermedades mentales. Es un libro duro, difícil, denso, doloroso, pero ante todo: humano. El personaje hace acopio de sus fuerzas para trascender su circunstancia y, por medio de la fuerza de la poesía, decir lo que ha vivido, lo que v