Reseñas de poesía. Emily Dickinson y René Figueroa

 
Le robo tiempo al tiempo y termino estos dos libros.

«Morí por la belleza» es una antología de Emily Dickinson que tiene varias cualidades: la selección es novedosa, porque incluye poemas célebres de la autora (como su poema que empieza «La esperanza es esa cosa con alas») y también otros poco comunes, algunos de ellos muy personales, sobre hechos de la vida de Emily; y luego, la traducción, hecha por Carlos Pujol con versos clásicos (sobre todo endecasílabos y heptasílabos, los versos de la silva, la estrofa clásica más libre), es muy buena; esa factura en métrica deja ver ángulos distintos de los textos de esta gran poeta.

Y luego, «Por siempre viernes», de René Figueroa (Índole Editores, 2021), es una verdadera revelación. Este es un poemario sobre enfermedades mentales. Es un libro duro, difícil, denso, doloroso, pero ante todo: humano. El personaje hace acopio de sus fuerzas para trascender su circunstancia y, por medio de la fuerza de la poesía, decir lo que ha vivido, lo que vive y piensa y siente y sufre; logra mostrarlo, logra hacer que lo sintamos; con estos poemas nos damos cuenta de nuestra enorme complejidad y fragilidad. Fuerza: eso tiene este libro; muchísima y altísima fuerza. Incluso la forma de los poemas, todos de una sola estrofa y con frecuentes versos largos, llenando la página, contribuye texto a texto a hacer sentir esa densidad del libro. 



Este es el cuarto poemario de René, y en él pasa del talento, de su gran talento como escritor, a la maestría, a un dominio de su recursos que puede sentirse, para ir con sus palabras a donde él desee ir. Y en este caso, René utiliza esa capacidad para lo más importante: para vivir, para vivir a través de y desde la poesía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una reflexión sobre la literatura salvadoreña

De los rostros que pintamos

Sobre el día del amor y la amistad