Mapas para explorar la literatura salvadoreña*

Imagen: Ministerio de Cultura de El Salvador (2018). Publicación original aquí.

Imagen: Ministerio de Cultura de El Salvador (2018)


La realidad, cada vez cobramos mayor conciencia de ello, no es plana, ni lineal, ni cerrada. Pueden serlo las representaciones que hacemos de ella, pero la realidad, la realidad viva, no tiene ninguna de esas características.

Esto se aplica también a la literatura, que es una parte de la vida. Así, los cánones tradicionales, que contienen el catálogo de los grandes libros que deberíamos leer, se han ampliado y transformado; se amplían y se transforman constantemente. En cada generación surgen nuevos autores que actualizan los temas universales y eternos, y, por nuestra natural curiosidad, deseamos conocer a esos autores: que nos digan palabras nuevas y cercanas; que nos den fuego, fuerza, esperanza; que nos hablen mirándonos a los ojos y diciéndonos: «No estás solo».

Siempre surgen nuevas formas de hacer literatura, y también de comprenderla. La literatura no deja de moverse y de cambiar, como la vida, como nosotros.

Y lo que quisiera hacer con este ensayo es proponer un mapa, o un conjunto de mapas, para explorar una literatura cambiante y expandida al igual que toda literatura: la literatura salvadoreña. Un conjunto de mapas para acercarse a esta literatura desde este siglo XXI en que vivimos, pues esta tradición literaria hace mucho que no está circunscrita a una lista cerrada de libros ni a las líneas del mapa del país, sino que es mucho más amplia y profunda de lo que muchas veces hemos pensado.

Estos que propongo son mapas muy personales: los que yo, lector curioso y ávido, he trazado durante y después de mis exploraciones, y que uso para planear nuevas incursiones, entender los caminos recorridos y contarles a otros de los reinos a los que he viajado. Por lo tanto, no pretendo decir que «así debe leerse nuestra literatura», sino que deseo compartir unas herramientas, que buscan ser tan prácticas como esos cuadrados de papel que son los mapas, para que otros lectores puedan explorar ese mundo que es la literatura salvadoreña.

Quisiera proponer cuatro caminos por los que uno podría recorrer la literatura salvadoreña: 1. por las épocas de la historia del país, 2. por períodos de la historia de la literatura, 3. por lugar y circunstancias de escritura, y 4. por temas. Despliego los mapas que se pueden trazar desde estos puntos, observando desde ya que no son mapas puros, excluyentes uno de otro, sino que siempre un enfoque se mezclará con otros.

I. Mapa de la historia del país

Con este mapa, se agrupa a los autores según el período sociopolítico en que escribieron. Así, podríamos hablar de: literatura de la colonia; literatura de la época de la independencia; literatura del siglo XIX, que comprende a la anterior; literatura del siglo XX, que es bastante compleja y está compuesta de diversas épocas: la literatura de inicios del siglo XX (a la que se ha ido ubicando hasta los años 30); literatura del martinato (la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, de 1931 a 1944); literatura de la modernización, a la que también le llamo del conflicto social, y que abarcaría desde los años 40 a los 60; literatura la preguerra (década de los 70), de la guerra y de la posguerra.[1]

Además, el mapa de la historia se mezcla con el de los temas, pues la preguerra, por ejemplo, es a la vez un período y un tema, ya que tiempo después de que sucedió se siguen escribiendo textos sobre ella, como por ejemplo Preguerra, de Tania Pleitez Vela (Kalina, 2017), una serie de poemas narrados desde los ojos de una niña que sufre el ambiente de la preguerra sin poder nombrar eso que ve. Lo mismo se puede decir de la guerra: hay literatura escrita en ese período, y también hay textos acerca de ese período (los cuales, con toda razón, son abundantes y continúan siendo escritos y publicados), como por ejemplo la novela Noviembre (Planeta, 2015), de Jorge Galán, sobre el asesinato de los sacerdotes jesuitas de la UCA en 1989.

Para finalizar con este mapa, no quisiera dejar de mencionar que se lo puede seguir con diversos objetivos, como por ejemplo: hacer una lectura cronológica de nuestra literatura, aventura de largo aliento y de grandes recompensas; conocer nuestra historia de un modo sentido, es decir por medio del lenguaje de emociones de la literatura; y conocer y conservar nuestra memoria: nuestra memoria comunitaria, nuestra memoria histórica, nuestra identidad, que en un país como el nuestro está amenazada continua e incesantemente con perderse y con ser borrada, tanto por olvido como por manipulación. La literatura guarda, tanto en el sentido de conservar como de proteger, la memoria.

II. Mapa de la historia de la literatura

Al tratar de acercarme a la literatura salvadoreña por los períodos de su producción literaria, yo considero cinco grandes momentos: la literatura del siglo XIX, la literatura clásica, la literatura contemporánea, la literatura de posguerra y la literatura novísima, o de los escritores más jóvenes.

1. Literatura del siglo XIX

Desde un punto de vista, la literatura salvadoreña comenzaría con la independencia del país, en 1821. Ahora, más allá del criterio que utilicemos para determinar cuándo inicia una producción literaria propiamente salvadoreña, un hecho que debe llamar la atención (y mover a la acción) es que, en la actualidad, es muy poco lo que circula impreso de lo que se escribió en ese período. Menciono algunos textos que pueden consultarse:

- La revista La Juventud Salvadoreña, publicada entre 1889 y 1897, y que puede encontrarse en el Repositorio Digital de Ciencia y Cultura de El Salvador (REDICCES).[2]

- La Guirnalda Salvadoreña, antología de poesía salvadoreña compilada por Román Mayorga Rivas, publicada en tres tomos entre 1884 y 1886. La Dirección de Publicaciones hizo una reedición en 1977, y se pueden encontrar ejemplares en diversas bibliotecas del país: la Biblioteca Nacional, las bibliotecas de varias universidades e incluso en alguna biblioteca pública municipal.[3]

- Torre de Babel. Antología de poesía joven salvadoreña, compilada por Vladimir Amaya (EquiZZero, Soyapango, 2015. 16 tomos). Torre de Babel, la antología más completa de nuestra poesía, agrupa a los poetas jóvenes del país por décadas, y así los primeros tomos presentan poesía joven salvadoreña de la década de 1850 en adelante. Un ejemplar de toda la antología se encuentra en la biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

2. Los clásicos: desde finales del siglo XIX hasta los años 40

Esta delimitación hasta los años 40 la he hecho retomando el canon de autores y obras que propuso la Dirección de Publicaciones e Impresos con su Biblioteca de Literatura Salvadoreña (también conocida como Biblioteca Básica Salvadoreña). Esta colección comprende a 30 autores publicados durante los noventa como clásicos y representativos, siendo el primero de ellos Gavidia, cuya actividad literaria comenzó en el último cuarto del siglo XIX, y el último, Ricardo Lindo, quien nació en 1947. Aquí se encuentran los grandes nombres de nuestra literatura: Francisco Gavidia, Alberto Masferrer, Salarrué, Claudia Lars, Alfredo Espino, Pedro Geoffroy Rivas, Oswaldo Escobar Velado, Matilde Elena López, Claribel Alegría, Roque Dalton, Manlio Argueta, David Escobar Galindo, Ricardo Lindo, por mencionar a los más conocidos.

Y también es necesario mencionar a algunos no tan conocidos, y en concreto, no tan conocidas. Me refiero a que entre nuestros clásicos (y en general, en cada generación de escritores) hay mujeres escritoras, a quienes en muchísimos casos se ha olvidado prácticamente por completo, al no publicarlas, no reeditarlas y no escribir más sobre ellas. De este modo, en el periodo de los clásicos, tenemos a autoras como Consuelo Suncín, Josefina Peñate y Hernández, Lilian Serpas, Emma Posada, Liliam Jiménez, Mercedes Durand e Irma Lanzas. La revista La Zebra ha publicado un artículo con el sugerente título de «Las 11 mujeres que cambiaron la poesía de El Salvador», el cual contiene enlaces a selecciones de cada autora. Y sobre la invisibilización de las mujeres escritoras en la literatura salvadoreña, puede leerse el artículo de Claudia Meyer «Mujeres y poesía vrs sus publicaciones en El Salvador».

Para dar una muestra del conocimiento y de la difusión que aún debemos (¡y que urge!) construir sobre nuestros clásicos, haga el lector una lista de diez grandes poetas salvadoreños, cinco hombres y cinco mujeres. Lo más probable es que encuentre en su memoria mucho más fácil los nombres de los autores hombres, y que le falten nombres de poetas mujeres. Como lectores —y en esta época, difusores de nuestra cultura— tenemos muchísimo por hacer.

3. Los contemporáneos: nacidos entre los años 50 y 60

Son los autores nacidos luego de los clásicos, cuya obra se ha consolidado hasta convertirlos en los grandes del presente: Miguel Huezo Mixco, María Cristina Orantes, Horacio Castellanos Moya, Carmen González Huguet, Rafael Menjívar Ochoa, Jacinta Escudos, René Rodas, Álvaro Darío Lara, William Archila, Tania Pleitez Vela y otros.

También, sobre esta clasificación hay que tener en cuenta que el término contemporáneo puede tener varios significados. En este caso, uso el de «nacidos después de los clásicos», pero también puede referirse, y es más usual, a la literatura escrita recientemente, siendo que ese «recientemente» puede abarcar un número variable de años. Así, en este segundo sentido, las clasificaciones que siguen también son literatura salvadoreña contemporánea: la literatura de posguerra, los novísimos, la diáspora y los salvadoreños nacidos en el extranjero.

4. Literatura de la posguerra o nuevas voces: los nacidos en las décadas de los 70 y 80

Aquí encontramos a autores como: Jorge Galán, Claudia Hernández, Nancy Gutiérrez y Georgina Vanegas en la narrativa; Jorgelina Cerritos, Jenifer Valiente y Lorena Juárez en teatro; Elena Salamanca como historiadora; y un gran número de poetas, como Jorge Galán, René Figueroa, Susana Reyes, Alexandra Lytton Regalado, Lya Ayala, Roxana Méndez, Claudia Meyer, Krisma Mancía, Elena Salamanca, Roger Guzmán, Vladimir Amaya, Teresa Andrade y Herberth Cea, entre otros.[4]

5. Los novísimos

Son los nacidos en la década del noventa, las promesas jóvenes de nuestra literatura. Comienzan a mostrar su trabajo narradores como David Alejandro Córdova, Pedro Romero Irula y Michelle Recinos, y poetas como Kike Zepeda, Emmanuel Pocasangre, Lourdes Ferrufino, Ana María Rivas, Javier Zamora, Janel Pineda y Aída Campos, estos últimos tres, escribiendo en inglés desde Estados Unidos.

Para el conocimiento de esta obra emergente, son esenciales revistas digitales como Café Irlandés y La Zebra, y la antologías Torre de Babel (tomo XV), en el caso de la poesía, y Lados B (Los Sin Pisto, 2019), en el caso de la narrativa.

Una forma más de leer: por grupos literarios

En el mapa de la historia literaria, también se puede leer a los autores por generaciones y por grupos o talleres. Así encontramos, por ejemplo: la Generación del 44, la Generación Comprometida y las generaciones de la guerra (por los nacidos en los 70 y en los 80); talleres como los de La Casa del Escritor, El perro muerto, Serpiente Emplumada y Palabra y Obra, y grupos como el grupo de poetas mujeres Poesía y Más.

III. Mapa del lugar y las circunstancias de la escritura

Al llegar a este mapa, nos abrimos a un fenómeno del que pienso que hasta hace muy poco comenzamos a tomar conciencia en el país, y es el hecho de que la literatura salvadoreña no sólo es la escrita en El Salvador, dentro de las fronteras del territorio geográfico, sino que también, y en gran cantidad, la literatura escrita por salvadoreños en el exterior. Aquí propongo esta clasificación:

1. Literatura de salvadoreños exiliados 

Muchos escritores salvadoreños fueron exiliados, por motivos políticos, durante un período o gran parte de sus vidas. Comenzando con un fundador, Francisco Gavidia estuvo exiliado un tiempo debido a sus ideas políticas. Y luego tenemos casos como los de Roque Dalton, Manlio Argueta o Rafael Menjívar Ochoa. Este último se fue del país junto con su familia cuando era adolescente para reunirse con su padre, que fue rector de la Universidad de El Salvador hasta su cierre por el ejército en 1972.

No solemos pensar en qué y cuánto de la obra de estos autores fue producida en el exilio, dándole a la literatura salvadoreña matices de otros lugares y formas de ver el mundo.

2. Literatura de salvadoreños migrantes

De igual modo, hay quienes se fueron a causa de la guerra o buscando mejores condiciones de vida, y escriben desde fuera acerca de El Salvador o sobre su entorno actual. Además, también hay que señalar que muchísimos de nuestros migrantes son exiliados, tal vez no por motivos ideológicos, sino por la violencia o la falta de oportunidades para vivir dignamente en nuestro país. Algunos autores en esta categoría son Alfonso Kijadurías, Horacio Castellanos Moya, Rose Marie Galindo, William Archila, Juana Ramos, Evelyn Galindo, Erick Chávez Salguero, Elena Salamanca y Ana Escoto.

3. Literatura de los que se fueron y volvieron

Se fueron antes de o durante la guerra, y regresaron cuando esta terminó. Se definen como salvadoreños, pero a la vez tienen una identidad de otro lugar. Entre ellos están Rafael Menjívar Ochoa, Jacinta Escudos, Jorge Ávalos, René Rodas y Alexandra Lytton Regalado. El primer poemario de Alexandra, Matria (Black Lawrence Press, 2017), escrito en inglés, ha tenido una recepción singular, pues ha abierto la conciencia de lectores y escritores locales a la literatura salvadoreña escrita en otros idiomas.

4. Literatura salvadoreña escrita en otros idiomas

La escriben los autores que se fueron y aprendieron a escribir en un idioma extranjero, y también los hijos de migrantes salvadoreños. El idioma principal de esta literatura es el inglés, quedando pendiente conocer textos en otros idiomas.

Algunos autores en esta categoría son Quique Avilés, José B. González, William Archila, Alexandra Lytton Regalado, Gabriela Poma Traynor, Leticia Hernández-Linares, Lorena Duarte, Mario Escobar, Elsie Rivas Gómez, Susana Marcelo, Willy Palomo, Yesika Salgado, Chyntia Guardado, Néstor Gómez, Javier Zamora, Christopher Soto, Janel Pineda, Rubén Reyes Jr. y Aída Campos. Dos autores especialmente destacados son Alexandra Lytton Regalado, cuyos poemas fueron incluidos en la antología The Best American Poetry 2018, y Javier Zamora, autor del poemario Unnacompanied (Copper Canyon Press, 2017), quien es un poeta ampliamente reconocido en Estados Unidos.

Es necesario seguir haciendo traducciones para difundir la obra y las perspectivas de autores como estos, que amplían la identidad salvadoreña tradicional y las posibilidades de nuestra expresión y tradición literarias.[5]

IV. Mapa de temas

Pienso que este camino es el menos explorado de todos, pero vale la pena entrar en él. Se trata de esto: ¿se ha preguntado, lector, de qué habla la literatura salvadoreña? El estereotipo dice que la literatura salvadoreña habla de la pobreza, la guerra y la violencia, pero si pasamos de esos temas —que son auténticos, pero no son los únicos— y caminamos un poco más, encontramos algo asombroso: hablamos, igual que toda literatura, de muchas cosas, de todas las cosas.

Nuestra literatura tiene poemas de amor bellísimos, poemas sobre la naturaleza (sobre su destrucción, pero también sobre su belleza), poemas sobre la vida en la ciudad, poemas de denuncia social y poemas de esperanza, poemas de soledad y de angustia existencial, poemas sobre cómo es envejecer y poemas sobre la muerte, sobre atestiguarla o indignarse por ella, pero también poemas con reflexiones sobre la muerte. Hablamos sobre los temas universales y eternos, sobre todas las facetas de la experiencia de ser humano.

Y pongo como ejemplo la poesía porque es lo que yo más leo, pero igualmente hay textos de todos los géneros sobre todos los temas. Y siempre ha sido así, porque somos seres humanos escribiendo; porque antes que habitantes de un país con circunstancias sociales e históricas particulares, somos humanos comunicando nuestros pensamientos, sentimientos, experiencias y sueños, y este hecho (nuestra humanidad antes que y como esencia de nuestra historicidad) es algo que yo comienzo a descubrir, que me hace buscar y encontrar textos que hablan mejor de determinada circunstancia, y que pienso que vale la pena explorar y difundir más.

Por ejemplo: se pueden compilar antologías de diversos géneros ya no por el orden cronológico de los autores, sino por temas. ¿Cómo se verían juntos poemas nuestros sobre el amor, sobre la naturaleza, sobre la esperanza? Esto puede hacerse con la literatura de cualquier lugar del mundo, y contribuye a crear identidad, bienestar y motivación por seguir leyendo, viviendo y escribiendo.[6]

A modo de X al final del mapa

Luego de presentar estos mapas, debo admitir que trazarlos y seguirlos no es sencillo en nuestro país, dadas diversas dificultades, como la escasez de bibliotecas públicas, la ausencia de políticas de publicación y educativas, las pocas o nulas reediciones de clásicos y muy leídos, los escasos mecanismos de publicación y difusión, la incomprensión o exclusión de la literatura nacional por parte de las grandes librerías, etc. Sin embargo, no todo el panorama es negro: el arte siempre encuentra formas de darse a conocer. Un ejemplo de ello son dos revistas culturales recientes que están ayudando a ver el panorama nacional y centroamericano: La Zebra y Café Irlandés. Si no podemos comenzar a explorar nuestras letras con libros impresos, publicaciones como estas nos pueden mantener al tanto de lo que está sucediendo.

Además, estos mapas que he trazado pueden ser seguidos, discutidos, modificados y perfeccionados por quien lo desee. Su objetivo es ayudar al conocimiento y disfrute de nuestra literatura; ayudar a la apreciación de nuestra manera de ver, sentir y decir el mundo.

Para terminar, sé que no estoy solo en esta afición de trazar mapas de libros. Lector, ¿cómo lee usted la literatura salvadoreña, o la de su país? ¿Cuáles son sus mapas?



*Este ensayo fue publicado por primera vez en la revista literaria digital Literofilia, de Costa Rica (actualmente fuera de línea), en dos entregas, entre mayo y junio de 2018. Esta es una versión ampliada.

[1] Elena Salamanca habla de «las posguerras», al señalar que la posguerra ha tenido varias etapas. Ver el conversatorio El artista frente a la historia III.

[3] La Guirnalda Salvadoreña se puede encontrar en internet en: el REDICCES (el tomo I) y en la Biblioteca de Harvard (los tres tomos). El enlace de esta última conduce a Google Books, donde los libros se pueden descargar en diversos formatos o ser agregados a la biblioteca personal de dicha aplicación.

[4] Al autor de este ensayo también se lo incluye en la nómina de las voces jóvenes de la poesía salvadoreña.

[5] Dos fuentes para conocer la obra de varios de estos autores son la antología de poesía Teatro bajo mi piel (Kalina Editorial, San Salvador, 2014) y la revista La Piscucha Magazine.

[6] Una muestra reciente de este tipo de antologías temáticas es Stressed/Unstressed. Classic Poems to Ease the Mind (Harper Collins, 2016), poesía seleccionada por un grupo de académicos, escritores y artistas ingleses para hacer biblioterapia a partir de diversas causas: la ansiedad, el desamor, la soledad, el afrontar la vejez, el duelo, etc.

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