La literatura salvadoreña siempre ha hablado de nuestra esencia como seres humanos y de los grandes hechos históricos y las circunstancias sociales de nuestro país, y lo ha hecho, como toda buena literatura busca hacerlo, con intensidad, con pasión, con palabras desafiantes. Sin embargo, en muchísimos, en muchísimos demasiados casos, no ha llegado, y sigue sin llegar, a los lectores que buscan las palabras y viven las circunstancias de las que habla; y al no llegar a ellos, no ha podido hablarles de sí mismos, de sus propias vidas, y así ha parecido que sólo los escritores de otros lugares y épocas hablan de esto, y que los escritores salvadoreños no. Como lectores, con todo derecho podemos preguntarnos: ¿quién en El Salvador nos muestra, por medio de sus palabras, nuestra esencia como humanos, y nos recuerda quiénes somos en lo profundo? ¿Quién ha escrito o está escribiendo sobre lo que vivimos, sobre lo que vives tú que lees esto, en El Salvador, en el mundo, de hoy? Y: ¿s
Uno de los personajes o voces poéticas que cada tanto aparecen en mis poemas es el retratista. No tengo (por lo menos no hasta el día de hoy) la habilidad para dibujar o pintar el retrato de alguien. Sin embargo, desde un punto de vista, cuando escribo un poema donde describo a alguien, ya sea en términos más reales o más ideales, puedo decir que estoy haciendo un retrato, del mismo o de parecido modo (quiero pensar) a como lo han hecho los pintores de todas las épocas. Y a veces se parte de un rostro real para expresar cosas que van más allá de la realidad tangible, para expresar cosas del interior, de lo profundo, ya sean oscuras o trascendentes. Lo han hecho los artistas plásticos, como mencionaba, y luego los fotógrafos y los cineastas. En el pasado, el Greco pintó santos a partir de personas marginadas y despreciadas; en el presente, el rostro de alguien de carne y hueso se ha convertido, en una película, en una expresión del héroe, del arquetipo del héroe. Por supuesto, a estas
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