A cien años de «La tierra baldía»

 

The Waste Land (La tierra baldía), de T. S. Eliot, es uno de los grandes libros que este año cumplen un siglo de haber sido publicados. (Otros son Ulises, de James Joyce, y Trilce, de César Vallejo). Por este aniversario he releído el poema de Eliot en esta edición: The Annotated Waste Land with Eliot’s Contemporary Prose (Yale University Press, 2006), editado por Lawrence Rainey, especialista en literatura del modernismo. Es una edición de lujo, ya que contiene, además del libro en sí, una introducción extensa sobre la vida de Eliot y el proceso de escritura del texto, notas minuciosas sobre el poema, fotos de los lugares que aparecen en él y ensayos de Eliot de la época en que escribió el libro.

Personalmente, mi libro favorito de Eliot es Four Quartets, pero, tras releerla, vuelvo a encontrar que La tierra baldía es impresionante. Y lo es aun en su brevedad, pues es un poema de unos 430 versos, más las notas que Eliot escribió, no tanto para mostrar las fuentes de sus citas, sino para tener páginas suficientes para completar un libro corto.

Eliot es una de las grandes cosas que le debo a Rafa Menjívar. Rafa recomendaba lecturas personalizadas, poemas y poetas que pensaba que podían hablarle, y enseñarle algo, a cada participante del taller. No recuerdo si a mí me recomendó a Eliot o si lo leí porque Rafa hablaba con pasión sobre él, pero sí sé que era para mí. Entre el cuarto y el quinto año de la universidad, busqué en internet los grandes poemas y libros de Eliot, los imprimí y los anduve leyendo en todas partes adonde iba. En cuarto año traduje «La canción de amor de J. Alfred Prufrock» y emprendí la temeraria tarea de traducir La tierra baldía. Por allí tendré esa versión, que no sé qué tan bien me habrá quedado, pero sí sé que fue mi forma de leer ese poema. Para mí, Eliot es uno de mis maestros.

Esta edición definitivamente me ha hecho entender y disfrutar más el poema; aunque decir «disfrutar» es sólo un modo de decir, porque allí hay tantas cosas tan traumáticas… Aparte de eso, gracias a las notas he podido entender más las partes que hacen referencia al budismo y al hinduismo, y también entender más las diversas voces del poema, así como buena parte de los ambientes, que son del Londres de esa época.

La tierra baldía es sin duda uno de los inicios de la literatura contemporánea, digamos la posterior a la Primera Guerra Mundial, por su visión del mundo, por su técnica y por lo que nos permite ver sobre nosotros mismos. Borges escribió que el arte debe ser como un espejo «que nos revela nuestra propia cara». El poema de Eliot es un espejo efectivo y demasiado efectivo: a un siglo de su publicación sigue mostrando tan fielmente el mundo que al mismo tiempo asombra y perturba.


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Nota: Pueden encontrar La tierra baldía en inglés en bartleby.com (un tesoro de literatura al que le debo muchísimo); y en español, en el sitio Material de Lectura, de la UNAM, traducida por Manuel Núñez Nava.

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