«La suma de los días», de Isabel Allende


Se acaba la vacación de agosto, y también las lecturas de vacación. 

En estos días aproveché para terminar «La suma de los días», las segundas memorias de Isabel Allende. Leerlas fue una de esas grandes coincidencias que nos sorprenden. 

Hace un par de años leí «Paula», que es una carta larguísima que Isabel Allende le escribe a su hija, quien estuvo en coma a lo largo de su último año de vida. Ese es un libro tremendamente conmovedor y luminoso, que hay que estar o preparado o muy abierto para poder leer. Además, es un libro inclasificable, pero dentro de los géneros que combina, funciona como unas memorias.

Y luego, por los días en que leía ese libro, mi mamá vio en unos usados «La suma de los días» y me lo regaló. Ahora que me puse a leerlo, encuentro que es… ¡exactamente lo que pasó después de «Paula»! 

Isabel Allende tiene el rito de comenzar sus libros sólo el 8 de enero y, quince años después de la muerte de su hija, sentándose sin saber qué escribir, acepta la sugerencia de su editora de escribir otras memorias. Y vuelve a escribirle otra larga carta a Paula.

«La suma de los días» es un libro entretenido, honesto y revelador, que sorprende con la capacidad de Isabel para escribir prácticamente de lo que sea, y también muestra otros aspectos de la escritura que son esenciales para semejantes proezas, tales como la investigación documental y la entrevista.

Mi ejemplar —un regalo precioso por lo que dice y por ser un libro usado— ya no tenía la cubierta, sino sólo una pasta dura café y lisa, y en el lomo, letras doradas. No será brillo y esplendor en las redes sociales, pero sí lo ha sido para mis ojos.


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