Recordar a un amigo

Ayer, 17 de agosto, Rafa, Rafael Menjívar Ochoa, uno de los grandes escritores salvadoreños, habría cumplido 60 años. Creo que para quienes estuvimos en La Casa del Escritor de esa época es inevitable ponernos nostálgicos en la fecha de nacimiento de Rafa, pero ser escritor no es sólo cosa de utilizar grandes técnicas al escribir, sino que tiene que ver mucho --en realidad muchísimo más-- con poder encontrarse con el otro, y pues eso fue La Casa: un lugar de Encuentro. Rafa fue un gran amigo, y también un gran escritor, y por ambas cosas vale la pena conservar su memoria y, ¡por supuesto!, leer sus libros.
Y hoy, no quería dejar de escribir unas líneas sobre él en este blog. No quería dejar de bloguear.
Quienes participamos en los talleres de La Casa abrimos nuestros blogs en esa época --este lo abrí por primera vez en el 2006-- y fue una experiencia brillante: estar en una comunidad de blogueros, y participar en la comunidad mundial de blogueros. Y nuestra gran influencia para eso fue Rafa, con su genial Tribulaciones y asteriscos. No se trataba sólo de escribir, sino de comentar, de responder, con párrafos, y a veces hasta con entradas en el blog de uno. Y lo escrito en internet continuaba en conversaciones en la vida real; conversaciones como las conversaciones de verdad, extensas. Fue chivo, fue una forma súper chiva de aprender a pensar y a escribir y a comunicarse.
(Todo eso pasó antes de la explosión de facebook. En ese entonces, nosotros entendíamos la comunicación por internet como principalmente textual: lo llamativo era pensar y escribir algo que pudiera ser interesante --interesante durante varios párrafos-- para otros. Ahora, entiendo que hay formas de comunicación más textuales y otras más visuales, pero mi casa casa es esta. Se me quedó grabada la sensación de esperar y de asombrarme ante las entradas de otro bloguero. Es la misma espera del lector de periódicos, que pasa las páginas buscando la columna, el artículo o el reportaje de sus autores favoritos. Eso lo heredé de ese tiempo).
Sin duda, los monstruos de la explotación y del comercio voraz nos han aplastado, y nos han quitado en mucho la capacidad de escribir y de leer así con la frecuencia de antes, pero yo escribo hoy para decir: "Estoy escribiendo. Se necesita, se puede, y vale muchísimo la pena".
Por último, antes de escribir esta entrada busqué en facebook "Rafael Menjívar Ochoa", y entre las cosas que encontré está el Colegio Rafael Menjívar Ochoa en Ciudad Versailles, en Opico (lo fundaron en 2013, pero yo hasta hoy me entero), y en la página oficial de Rafa, como foto de portada, está un recorte de diario que registra el día que llegué a La Casa. De El Diario de Hoy andaban haciendo un reportaje sobre por qué leer y escribir poesía en la actualidad, y salí.

Un domingo lluvioso de mayo de 2005, en La Casa del Escritor. De izquierda a derecha: Erick Chávez Salguero, Alberto Quiñonez, yo y Rafa.

Pero claro, lo esencial de ese día no es la foto, sino lo que encontré: a unos escritores, jóvenes igual que yo, que leyeron unos poemas impresionantes, que me pusieron los pelos de punta; y la comprensión de Rafa de mis poemas: él, ¡por fin alguien!, entendía el lenguaje de la métrica, y sus posibilidades, y tantas cosas sobre la literatura. Encontré amigos que vivían la poesía.
Fue el inicio de un tiempo que nos llena hasta hoy, y del que seguimos aprendiendo.

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