Una lectura singular

Hay recitales que son memorables, y el de ayer fue uno de ellos. Leímos en el Café Luz Negra, unos pasos al oriente del Teatro Nacional de San Salvador. Y hubo cosas que no se ven muy a menudo en un recital.

De izquierda a derecha: Lorena, Tessa, yo y Herberth.

Nos presentamos Lorena Juárez Saavedra, Herberth Cea, Tessa Bartók y yo. Herberth y yo escribimos poesía, Lorena es narradora y dramaturga, y leyó teatro infantil, y Tessa, poeta, participó en su primer recital.
La lectura salió de una propuesta de Lorena. Ella y Tessa participan en un taller de métrica que estoy dando los sábados (he abierto un taller de escritura creativa y estamos haciendo un ciclo de métrica), y en nuestra última sesión del año, el sábado 15 pasado, Lorena dijo: "Deberíamos hacer algo, una lectura. Se me ocurre en el Luz Negra". A mí la idea me encantó, lo acordamos, y durante la semana lo fuimos organizando.
Y esto hubo en la lectura:
Herberth leyó textos de dos poemarios y de un cuaderno, es decir cosas recientes. De los poemarios, uno era "El libro de las plegarias", publicado por Índole Editores en el 2013. A mí ese libro, que es la versión de Herberth del fin del mundo, me fascina, y ayer que volví a escuchar esos poemas, me parecieron más fuertes de como los recordaba.


Lorena, por su parte, hizo algo que yo nunca había visto. Como ya mencioné, leyó teatro infantil: fragmentos de su obra "Caramelo asoma su nariz", publicada este año por la DPI en su colección de Juegos Florales. Era una lectura dramatizada, es decir dándole su propia voz y entonación a cada personaje. Además, la acompañaron a leer su esposo, Ricardo Barahona, también escritor, y el actor Óscar Suncín. Lo que escuché fue una historia mágica y profunda. De niño, yo disfruté muchísimo ir al teatro, a ver grupos locales, nacionales y extranjeros; al escuchar la obra de Lorena, estoy totalmente seguro que sus espectadores, los pequeños y también los grandes, encontrarán el asombro y la emoción de la buena literatura de todos los tiempos.

Lorena y Ricardo leyendo. Ricardo sostiene a Caramelo, uno de los protagonistas de la obra.

Y estuvo la estrella revelación de la noche: Tessa Bartók. He trabajado con ella desde hace un par de meses en el taller, y me encontré con alguien que ha estado escribiendo, con talento y con pasión, durante buena parte de su vida. Llevó al recital sus poemas escritos a mano, en papel acuarela de colores y en octavos de cartulina también de colores (se pueden ver en las fotos anteriores). Fue el formato que eligió; fue lo que surgió de ella, y así leyó algunos de los poemas que hemos trabajado en el taller. Para su sorpresa, al terminar la lectura, varias personas del público se le acercaron para platicar y para apreciar de cerca sus textos, que realmente eran toda una experiencia. Fue un gran debut.
Agradezco el apoyo del Café Luz Negra y los felicito por su programación variada, constante y de gran calidad. Espero poder ir a comer cheese cake de mora más seguido. Agradezco también a los amigos que llegaron a vernos aunque fuera sólo un ratito. El tráfico de ayer era algo surreal.
Había oído decir que diciembre es un mes muerto culturalmente, pero ayer la poesía estuvo tan viva como siempre. ¿Qué aventuras literarias nos traerá el 2019? Yo les deseo a todos los que leen y a los que escriben que sean muchas y grandes.

Todos los lectores. A la izquierda de Lorena, el actor Óscar Suncín

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